¿Es buena idea tomar probióticos con SIBO?
Publicado el 29/07/2025 - Última actualización el 29/07/2025

El SIBO implica un exceso de bacterias en el intestino delgado… así que, a primera vista, añadir más bacterias parece una mala idea. Pero la realidad no es tan sencilla...
¿Qué es el SIBO y por qué surge la duda sobre los probióticos?
El SIBO (sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado) ocurre cuando hay demasiadas bacterias en una zona donde normalmente deberían estar en pequeñas cantidades. Y eso puede traer bastantes problemas.
Lo más común es que estas bacterias fermenten alimentos que no deberían fermentar tan arriba en el tubo digestivo. ¿El resultado? Gases, hinchazón, molestias, digestiones pesadas, diarrea o estreñimiento. En resumen, el intestino se descontrola.
Entonces claro, uno se pregunta: "Si ya tengo demasiadas bacterias… ¿por qué me dicen que tome probióticos, que son justamente más bacterias?"
La duda es lógica. Tiene sentido pensar que añadir más microbios podría empeorar el problema. Pero no se trata de echar más leña al fuego, sino de elegir bien qué bacterias añadimos. Porque no todas son iguales, ni hacen lo mismo.
De hecho, algunos probióticos pueden actuar justo al contrario de lo que uno teme: en vez de empeorar el desajuste, ayudan a reordenar la microbiota.
¿Por qué los probióticos podrían ayudar en el SIBO?
➜ Los probióticos no son bacterias cualquiera
Son cepas concretas, seleccionadas por su capacidad para convivir en armonía con el cuerpo, proteger la mucosa intestinal y limitar el crecimiento de microbios indeseados. Es decir, funcionan más como aliadas que como invasoras.
Por ejemplo, muchas cepas probióticas compiten por el espacio y los nutrientes con las bacterias que se han multiplicado en exceso en el intestino delgado. Y cuando esas bacterias buenas se instalan, dificultan la vida de las otras. Incluso pueden producir sustancias que inhiben directamente a las que están causando problemas.
➜ Algunos probióticos mejoran el movimiento del intestino (la motilidad)
Es algo clave en el SIBO, porque cuando el tránsito es lento las bacterias tienen más tiempo para crecer donde no deben. Ayudar al intestino a avanzar también es una forma de mantener el equilibrio.
Por si fuera poco, hay cepas que modulan el sistema inmune y ayudan a reducir la inflamación local (algo que muchas personas con SIBO también sufren sin saberlo).
Evidencia científica: ¿realmente funcionan contra el SIBO?
La ciencia empieza a responder con bastante claridad: sí, ciertos probióticos pueden ser útiles en el tratamiento del SIBO.
Por ejemplo, un metaanálisis que revisó 18 estudios clínicos concluyó que el uso de probióticos ayudó a “descontaminar” el intestino delgado en más del 60 % de los casos. Es decir, tras el tratamiento, los pacientes pasaron de dar positivo a negativo en la prueba de aliento. No está nada mal.
Además, no solo mejoraron los resultados en las pruebas: también disminuyeron los síntomas. Menos gases, menos dolor, menos distensión. En algunos ensayos, los probióticos incluso superaron a ciertos antibióticos clásicos, como el metronidazol, en cuanto a eficacia clínica.
Y no hablamos solo de un tipo concreto de SIBO o de un único probiótico. Se han probado diferentes cepas, combinaciones e incluso Saccharomyces boulardii, que ni siquiera es una bacteria, sino una levadura con efecto probiótico. También con buenos resultados.
Aunque la evidencia crece, aún no existe un consenso absoluto sobre qué cepas son las mejores, en qué dosis exacta y durante cuánto tiempo. Algunas guías médicas siguen siendo prudentes y recomiendan evaluar cada caso de forma individual.
Aun así, centros de referencia como la Cleveland Clinic ya incluyen el uso de probióticos como parte del manejo del SIBO, especialmente después del tratamiento antibiótico, para prevenir recaídas y reforzar la microbiota.
Así que, aunque no sean una “cura milagrosa”, los datos disponibles apoyan cada vez más su papel como parte útil del tratamiento.
Posibles inconvenientes y precauciones
Síntomas iniciales
Es bastante común que al introducir un probiótico aparezcan molestias al principio: más gases, más hinchazón, digestiones algo más pesadas.
¿Significa que te están haciendo daño? No necesariamente. A veces es simplemente una fase de adaptación: las bacterias buenas empiezan a hacer su trabajo, desplazan a las otras, y en ese proceso se liberan gases o sustancias que provocan síntomas pasajeros. Si el malestar es leve y dura unos días, suele ser normal. Pero si empeora claramente o persiste, es mejor parar y replantearlo.
SIBO con metano
En el SIBO de tipo metano, que suele ir acompañado de estreñimiento, algunos estudios han observado que ciertos probióticos podrían incluso favorecer un aumento de metano. ¿La consecuencia? Que el estreñimiento se agrave.
Esto no significa que estén “contraindicados”, pero sí que conviene ir con más cautela. Quizás empezar con dosis muy bajas, o priorizar otros enfoques antes de introducirlos.
"Brain fog" y otros efectos raros
También existen casos raros pero documentados de personas que experimentan niebla mental tras tomar probióticos: dificultad para concentrarse, fatiga, sensación de aturdimiento. Suele estar relacionado con un desequilibrio específico en la producción de ácido D-láctico por parte de algunas cepas. Si notas algo así, suspende el probiótico inmediatamente y consulta con un profesional.
No sustituyen el tratamiento base
No sirven para "matar" el sobrecrecimiento por sí solos. Primero hay que reducir la carga bacteriana (con antibióticos, antimicrobianos herbales o cambios dietéticos), y después es cuando tiene más sentido introducir los probióticos para recolonizar con cepas beneficiosas y prevenir recaídas.
¿Qué probióticos tomar para el SIBO?
Hay 3 tipos que destacan por su buena tolerancia y posibles beneficios:
1. Saccharomyces boulardii
Es una levadura probiótica (no una bacteria), por lo que no "alimenta" el sobrecrecimiento bacteriano. Tiene efectos antiinflamatorios, ayuda a restaurar la mucosa intestinal y puede prevenir el crecimiento de hongos tras tratamientos con antibióticos.
Varios estudios han mostrado que, combinada con antibióticos, mejora la tasa de éxito en el tratamiento del SIBO.
2. Probióticos esporulados (como Bacillus clausii)
Estas cepas tienen una ventaja: están protegidas por una cápsula natural (la espora) que les permite sobrevivir al ácido del estómago y llegar intactas al intestino.
Se han usado con buenos resultados en estudios clínicos, incluso normalizando pruebas de aliento en algunos casos.
3. Ciertas bacterias lácticas, bien seleccionadas
Aunque algunos profesionales prefieren evitarlas en SIBO, otras veces han demostrado ser útiles. Por ejemplo, Lactobacillus plantarum, L. acidophilus o Bifidobacterium lactis han ayudado a reducir síntomas como hinchazón, gases o diarrea.
Lo importante aquí es que el probiótico esté bien formulado, con cepas identificadas (no vale que ponga solo “lactobacillus” a secas), en dosis adecuadas y con estudios que respalden su uso.
Consejos de uso
➜ ¿Cuándo tomarlos?
Depende del caso, pero en general se recomienda introducirlos:
- Después del tratamiento antibiótico, para ayudar a repoblar el intestino con bacterias beneficiosas y prevenir recaídas.
- O durante el tratamiento, si usas un antibiótico no absorbible como la rifaximina, que actúa de forma local. Algunos profesionales combinan ambos desde el inicio.
➜ ¿Cómo empezar?
Con calma. Empieza con dosis bajas y observa cómo te sientan.
Por ejemplo, puedes tomar media cápsula o una dosis mínima en días alternos durante la primera semana. Si todo va bien, aumentas progresivamente hasta la dosis recomendada.
La clave es escuchar a tu cuerpo y no forzar.
➜ Otros consejos prácticos
- Evita productos genéricos o de supermercado sin información clara sobre cepas y concentración. Busca marcas serias, con estudios clínicos detrás y etiquetado completo.
- Si el producto necesita refrigeración, respeta la cadena de frío.
- Ante cualquier empeoramiento claro (más hinchazón, niebla mental, malestar intenso), para el probiótico y consulta.